7 de septiembre de 2012

Be lovers 1

-"Siquiera que no tuve que inventar alguna excusa para llevarte a mi casa" -me dijo mientras dibujaba en su cara una pícara sonrisa. Yo estaba tan nerviosa que no supe qué responderle, era la primera vez que lo veía; bueno, no precisamente, pero sí era la primera vez que tenía su atención sobre mi personalmente.

No sé por qué camino, pero finalmente llegamos a su casa. Nos dirigimos allí y no a ningún otro lado porque su gato se había perdidoy porque mi atracción hacia él, me hacía imposible negarle dicha petición.

Me atendió y halagó toda la tarde y yo fascinada, me sentía viviendo un sueño. Rompió finalmente el hielo cuando mientras yo hablaba, no se aguantó y arrebató de mi cara los labios y contra la pared, me besó mientras que en mi cabeza, todo se derrumbaba.

Tenía novia, yo lo sabía bien, sin embargo no quiso importarnos. Él era alguien lejano, distante, alguien que pensé que nunca sería para mí.

Se derretía cada vez que mis dientes apretaban entre ellos mi grueso labio inferior mientras que en mis ojos, se reflejaba el desaforado deseo que sentía hacia él. Yo gustosamente lo hacía para continuar con el juego, tal y como había comenzado.

Poco a poco, sus manos se deslizaban sobre mi espalda, tratando de comenzar a explorar mi cuerpo. Cuando aquella exploración mutua llegaba a su punto de ebullición, estábamos ya desnudos, deseosos de más.

A mi me fascinaba entretenerme en su matadora línea abdominal, que me retaba a marcar su camino con mi lengua hasta que me encontraba al final con lo que nunca pensé tener para mi: su sexo, con quien jugaban mis manos, boca y lengua; mientras que mis ojos, disfrutaban sus excitantes caras de placer.

Ágilmente, me acostaba en la cama mientras que sus ojos descaradamente me pedían permiso para proseguir. Yo lo observaba atenta hasta que sentía como su húmeda lengua y su helado pircing se deslizaban por mi sexo "¡Qué delicia!", era lo único que podía exclamar, mientras mi vientre ardía de pacer.

Aquella tarde me hizo gemir con todas las posiciones posibles, cuidando siempre de no dejar apagar aquel fuego sexual y que ambos lo disfrutáramos al máximo. Después de un buen rato, me pidió que le mirara a los ojos y allí, pude ver su transformación; era todo un lobo que gruñía satisfactoriamente de haber terminado por fin su trabajo. Posteriormente, iba y se duchaba mientras que yo, su presa, no podía apartarle la vista "¡Que sensual es, no puedo creerlo!" me decía mientras seguía todo su recorrido.
-¿Cuántos años tienes? -pregunté mientras descansaba recostada en su cama y él, largaba una carcajada y exclamaba:
-¿¡Enserio esta es la hora de preguntarlo!?
-Nunca me importó, solo que ahora me surgió la duda.
-Tengo 12 años más que tú.
-¡No parece! ¡Wao! Ahora entiendo todo...

Y finalmente, todo quedaba encapsulado en aquella placentera tarde...O por lo menos, hasta un próximo encuentro...


Esta foto fue tomada de internet sin ninguna especie de permiso.