4 de julio de 2012

Punto final.

Mi vestido era gris, exactamente del mismo color de ese día; con la diferencia de que mi vestido no estaba triste.

Era otoño, el piso podría verse lleno de hojas que lo alfombraban de rojo y naranja, sino fuera por la escala de grises que se estaba manejando en esta historia.

Iba caminando lento por las calles, sin rumbo establecido, mientras se consumía poco la nicotina del cigarrillo que reposaba sobre mis dedos y que nunca llevaba a mi boca. Lo desoladas que estaban las calles, le ayudaba a mi escenario para reflejar la penumbra que había en mi. Ya no estaba, ya nunca más estaría, me había dejado llena de malditos recuerdos que estarían ahora y siempre retumbando:
-"No te acostumbres, cuando más me necesites es cuando menos estaré"- me dijo mientras estábamos sentados en aquella silla del parque, donde estaba ahora precisamente de frente.
-"¡Cállate!"- recuerdo que le dije mientras le sonreía, pensando que bromeaba. Ojalá hubiera sido ello una broma pero hoy, justo hoy cuando más lo necesito, no está, tal como me lo advirtió.

¿Algún día le recordé cuánto lo disfrutaba, cuán importante era para mí o qué gran papel desempeñaba dentro de la obra de mi vida? ¿Será que sirve de algo atormentarme con cosas que ya no hice?

Sigo caminando, el cigarillo sigue en mi mano pero casi intacto, el día comienza a ponerse más oscuro y sombrío pero ya, no me importa recorrer estas calles sola, ellas fueron las testigas de toda la historia, la vivieron a la par conmigo, con nosotros.

Cuando logro levantar la vista del suelo, veo ese lunar gigante y blanco sobre mi allá en el cielo, ese al que llaman "Luna"; pero hoy no quiero que me alumbre o que me siga, hoy no estoy nisiquiera para ella. Mis ojos se llenan de lágrimas, nosé si por su culpa o para bajar la vista e ignorarla; pero prefiero creer que por lo último y continúo mi camino.

No sé si no existe la gente o fui yo quien olvidé sus caras, pero la noche está oscura y las calles desoladas. Sé que ventea constantemente porque las hojas juegan entre ellas a mi alrededor pero yo no siento nada, nisiquiera cada paso que voy dando al recorrer las calles. El cigarrillo se ha ido consumiendo un poco con el paso del viento, dejando a su paso y levemente sostenida una fila de ceniza compacta pero que en cualquier momento puede caer. Yo ahora no siento las manos, pero ello me tiene sin cuidado, sólo sé que el cigarrillo sigue ahí.

-"Mis ojos son opacos, vos les pintaste ese punto blanco al que le llaman brillo"- me dijo serio como solía ser cuando estabamos sobre el prado mientras observaba las estrellas y yo, trataba de delineear con la yema de mi índice sus cejas.

¿Por qué no lo esperé? Tan solo unos segundos más y nos hubiéramos haber evitado todo esto, pero somos tercos, muy tercos. ¿Qué habrá sentido o pensado? será ahora una de esas preguntas a las que nunca se les hallará respuesta.

Sigo caminando hasta que tropiezo con una enorme reja, no es importante, así que estando cerrada, sigo. El cigarrillo y su aún compacta ceniza van por la mitad, sólo se lo sostengo al viento para que él lo consuma. No siento como las lágrimas han logrado recorrer toda mi cara hasta caer al suelo, pero al ver como este las absorbe, concluyo que estoy llorando, pero yo sigo sin sentir.

¡Si tan solo hubiera seguido consejos! Pero todo se compone de "tan sólos" que ya no vale la pena usarlos.

Llego a una helada roca donde desfallezco. El viento ha logrado consumirse completamente el cigarillo pero no logro sentir como quema ese último centímetro sobre mis dedos. La ceniza cae por fin en el suelo y yo sigo allí, tumbada sobre aquella helada roca, mientras continúa rebobinándose el cassette en mi cabeza...
"-¡Piénsalo! ¡No lo hagas!"- me reclamaba exasperado con su cara llena de ira...

Ahora puedo sentir el frío recorriendo cada parte de mi ser y logro sentir una pequeña brisa sobre mi alma...¿Cómo habrá tomado la noticia? ¿Qué habrá sentido o pensado? o peor aún...¿Sabrá ya que he muerto?