28 de septiembre de 2011

El sentido de la vida

Ahora es cuando suspiras y te das cuenta que todo está perdido, que quien tenias a tu lado no tenía el corazón de chocolate del que te antojaste, que sus ojos no brillaban en la oscuridad por el resplandor de su amor, que su piel no era tan suave como la de un peluche y que sus labios no eran tan apetitosos como el manjar que come alguien que lleva meses ayunando..

Ahora cuando todo esta perdido es cuando lamentas haber dicho cosas hermosas o hasta insultos indebidos, cuando lamentas haberte entregado a alguien con todo tu ser para que te pisoteen como tapete barato o cuando mides al fin el largo de tus hechos.

Ahora cuando piensas en todo esto, es cuando te das cuenta que ¿de que sirve lamentarse ahora? Tu tiempo de hacer las cosas pasó y ahora solo puedes abrazar tus piernas, descansar tu cabeza sobre tus rodillas y llorar, llorar hasta que se te sequen las lagrimas; pero al otro día, te darás cuenta de que eso nunca te sirvió de nada, de que así tengas lágrimas nuevas, no serán nunca suficientes para remediar el vacío de tu alma.

¿Qué hacer entonces ahora? Parece que nada tiene sentido y buscas una solución inmediata, nada puede hacerte sonreir y te sientes en un hoyo, hoyo del que no saldrás si no le regalas una sonrisa a un extraño o un abrazo a un viejo amigo, si no buscas formas en las estrellas o tratas de comprender los colores en el ambiente, si no disfrutas viendo las nubes como imitan algodones en el cielo o como los árboles parecen bailar con la sinfonía del viento...

Esto es la vida, la vida no se compone solo de sentimientos, la vida son sensaciones y momentos que te rodean a donde vallas, a donde mires, a donde toques o a donde escuches. La vida es un mar de recuerdos que van pasando con el tiempo...



Esta foto fue tomada de internet sin ninguna especie de permiso
(Inspirado y dedicado a Ñel.)

Amor a primera vista

Se mantuvo en silencio, y con sigilo, se ubicó en la silla que estaba en frente de donde me hallaba sentada. Me acomodé para observarlo, pero él ya tenia sus ojos destellantes y perfectos sobre mi.

Detallaba cada movimiento que yo realizara, al acecho, y no movía nada más que sus ojos, clavados en mi...Allí me enamoré de aquel felino mientras él, ponía su pata sobre mi mano y me aruñaba con tal desprecio como si fuera yo un ratón o una pequeña lagartija... En ese entonces, me hubiera gustado ser una.